Cotidianeidad Divina


“Soy una energía inteligente que todo lo abraza; 
algunas partes se funden amorosamente conmigo, otra se resisten pretendiendo afirmar su independencia y retrasando su evolución. Algunas descubren que más allá de su si mismo hay un manantial infinitamente generoso y se entregan a mi… para volver a descubrir que no hay nada más allá del SI MISMO.”

El problema de la humanidad es que hay muchas personas jugando a ser Dios… sin darse cuenta que realmente lo son; Sri Bhagaván nos ha transmitido una verdad muy profunda en uno de sus Sutras: “Dios y el hombre son dos extremos de la misma experiencia”.


Muchos se han preguntado si somos humanos con experiencia espiritual o somos seres espirituales con experiencia humana… algo que realmente es evidente, es que el ser humano necesita del espíritu para vivenciar la divinidad y la divinidad recurre a nuestros cuerpos para experimentar la humanidad.
A lo largo de los siglos, hemos tratado de crear un mundo mejor siguiendo las enseñanzas de los grandes maestros e iniciados –Buda, Jesús, Mahoma…-, y alrededor de ellos hemos estructurado toda una cultura de valores que nos indican el camino correcto; sin embargo, tarde o temprano, hemos violado esos códigos y experimentado culpa por ello.
La razón por la cual sucede esto es muy sencilla: todos estos códigos no nos resultan naturales y es muy difícil no contravenirlos; la única alternativa posible no pasa por imponer lo que es bueno o malo desde afuera, sino en despertar la inteligencia divina en nuestro corazón.

El estado de iluminación es aquel en el que hemos alcanzado la liberación del sufrimiento y desde el cual podemos alcanzar un estado de comunión con la divinidad; de algún modo, nuestra mente genera una mutación evolutiva en la cual lo que era natural para un Jesús se vuelve también para nosotros… dejamos de buscar su legado de conocimientos para pasar a ser guiados por la misma luz que a él lo guió.
Hoy nos regimos por leyes y códigos, los cuales fueron necesarios para un estado primitivo de la humanidad; siento que el próximo salto evolutivo es generalizar en toda la especie la experiencia de la inteligencia divina fluyendo en nuestro corazón.
A partir de ese momento, cobramos conciencia que las escrituras sólo habían sido textos muertos y nuestra relación con Dios, únicamente basada en una creencia; el “Despertar del Corazón” nos descubre la dimensión mística de la experiencia y la vida comienza a cobrar un sentido cargado de plenitud.

Si hemos sido cristianos, musulmanes, budistas, judíos…, lo más probable es que nuestra religión cobre un sentido nuevo para nosotros y nos transformemos en devotos más fervientes de lo que jamás hemos sido; en cualquier caso, comenzamos a ver y sentir a Dios en cada cosa, en cada acto, y este deja de ser una creencia para convertirse en una experiencia de gozo, libertad y un permanente crear y ser creado.

 



Pablo de la Iglesia 

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